Huyendo del enésimo temporal que barre el norte de la península, acomodamos las bicicletas en la bodega del autobús y ponemos rumbo a Sevilla.
A las nueve de la mañana y sin apenas dormir, montamos las alforjas y comenzamos la ruta.
El camino enseguida nos muestra alguna que otra trampa.
Algunos tramos difíciles para rodar, contrastan con cómodas y solitarias carreteras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario